



Desde Puno hicimos una visita a las islas flotantes de Los Uros, en el lago Titicaca. Dice la leyenda que decidieron vivir sobre el mar, como lo llaman ellos, ante el asedio de los Incas. Se sienten los dueños del lago. Y no es para menos, cientos de familias descendientes directos de una de las culturas más antiguas de América sobreviven balanceándose sobre las frías aguas del Titicaca. Son más de cuarentas islas las que forman el archipiégalo. Todas hechas de totora (junco que crece abundatemente en el lago), al igual que sus casas y embarcaciones.

Dejamos atrás el Valle Sagrado de Los Incas y seguimos nuestro camino para alcanzar el Lago Titicaca por la parte peruana. En la punto más alto (4.500 m.s.n.m.) de esta cordillera que sirve como frontera entre los departamentos de Cusco y Puno, hacemos un descanso. Los cigarrillos a esta altura no son lo mismo.



Machu Picchu (cima vieja) es la obra maestra del Imperio Inca. Construido a mediados del siglo XV, no fue descubierto por los occidentales hasta 1.911 (Hiram Bingham). Está situado en medio de un cañón por donde corren las aguas del río Urubamba, que prácticamente lo rodea casi 180º.



Dicen de Cuzco que es uno de los puntos más energéticos de la Tierra, quizás por ello Los Incas hicieron de esta ciudad el ombligo del mundo.

Escaparates que en su interior muestran el oro (que otrora fuera el móvil de la ambición conquistadora más sangrienta de los españoles) y las joyas de las firmas más renombradas en busca de los turistas más pudientes y que a la vez reflejan la popular Plaza de Armas.


Huanchaco mantiene viva una tradición ancestral gracias al caballito de totora, hecho a mano a base de entrelazar juncos (totora). Usado aún por los pescadores locales, ya era utilizado hace más de mil años por los Moches. Ahora se reparten las olas con surfistas que llegan desde cualquier parte del mundo.


Vino del mar, no se sabe de dónde, en una flota de balsas, con toda su corte y guerreros, llegó a la costa norte de lo que hoy es el Perú, en el valle de Moche y fundó un reino. Su nombre era Tacaynamo y fue el primer soberano de Chan Chan, la ciudad más importante de Chimú. Tuvo un hijo llamado Guacricaur, y éste, uno al que llamó Ñancempinco. Fueron diez los reyes de esta dinastía . El último, Minchancaman, fue derrotado por los Incas, quienes destruyeron la ciudad y dividieron al reino. Así cuenta la leyenda de Tacaynamo, recogida en el documento "Historia Anónima" escrita en 1604 por algún cronista español, que narra la fundación de Chan Chan y del reino de Chimor.